martes, 10 de marzo de 2009

6 de Marzo: consumismo entre iconos por la 42, la 5ª y Broadway

07:30m, GMT - 5

Suena el despertador, y al ir a apagarlo reparo en que no estoy en mi cama ni en mi habitación.... ¡Es mi primera mañana en Nueva York! Tras una ducha rápida y arreglo de trastos varios, nos reunimos todos en el bar del hotel, el mismo lugar donde hace muchos años se reunían a diario los escritores más relevantes de la ciudad. A diferencia de lo que suele ocurrir en otros hoteles de la ciudad, a causa de una oferta especial, tenemos el desayuno incluido. No es muy abundante, pero eso es algo que no importa mucho cuando te sirven fruta, zumos y bollería de una gran calidad. Tras dar buena cuenta del mismo, salimos a la calle.

A pesar de los malos augurios del parte meteorológico, no hace mucho frío ni tampoco llueve: el clima ideal para patear la ciudad. Estamos en la 44 con la 6ª, con lo que acercarnos a la Gran Central nos supone unos escasos minutos. Tengo que decir, que (como ya sabéis much@s), soy muy fan del ferrocarril, por lo que visitar una estación tan importante y bella como es ésta, me supone una gran satisfacción, sentimiento que comparten el resto de integrantes del grupo. Gracias tenemos que dar a Jackie Kennedy que se emperrara en impedir que el edificio sucumbiese ante la especulación urbanística. Al salir a la calle, tenemos unas fantásticas vistas del que yo considero mejor rascacielos en todo el mundo: el Chrysler Building. En su vestíbulo podemos admirar la decoración Art Déco inspirada en el arte egipcio (inconfundibles los haces de papiro que hay en las puertas de los ascensores), y en el exterior, ciertos detalles como gárgolas con forma de tapacubos nos recuerdan que en su origen el edificio perteneció a la compañía automovilística.

Hacemos marcha atrás por la Calle 42, para una vez alcanzada la 5ª Avenida podamos dirigirnos hacia otro icono inconfundible de la ciudad, el cual ya se puede ver perfectamente: el Empire State Building. Antes hacemos una parada en la biblioteca, para recordar aquella escena de los Cazafantamas en los que los libros se movían solos, o más recientemente, otra de Sexo en Nueva York en la que Carrie queda plantada ante el altar. Lástima que la parte superior del edificio esté en restauración.... A pesar de estar muy cerca del Empire, tardamos mucho en llegar porque abundan las tiendas se souvenirs (sí, esas que tanto odio y en las que se puede encontrar espantosa mercancía), y cuando no se para uno, lo hace el otro (es difícil contentar a seis personas a la vez). Menos mal que al llegar aún no es demasiado tarde, y hay muy poquita cola (tan sólo un par de minutos hemos tenido que esperar en el control de seguridad), por lo que compramos nuestra City Pass (el famoso talonario que por $74 te permite acceder al Empire, el barco que de la vuelta al Mid y Downtown y los cuatro principales museos de la ciudad), cogemos las audoguías y tomamos el ascensor, que nos deja en la planta 80 en unos pocos segundos; allí tomamos otro más lento hasta la 86. Una vez en el observatorio exterior, las corrientes de aire hacen descender bastante las temperaturas, pero... ¿qué importa eso cuando tienes los cinco “boros” de Nueva York y parte de New Jesey a tus pies? Hay algo de bruma que impide que la visibilidad sea perfecta, pero aún así la visita ha merecido la pena y mucho, incluso las fotos salen medianamente bien. La explicaciones de la audioguía, a cargo de una tal Raquel, a mí me parecen muy interesantes, pero a mis amigos no tanto, ya que no escatima en detalles, y con el frío que hace, pocas ganas hay de alargar el momento más de lo necesario, por lo que terminamos bajando a la superficie. Mencionar que la tienda de souvenirs del Empire, es casi tan horrible como las que hay en la calle (un par de interesantes artículos se salvan de la quema), pero para rematar la faena es infinitamente más cara.

Una vez fuera, pasamos por alguna tiendecilla que otra (donde encuentro el estupendo recopilatorio de historietas cortas sobre New York de Will Eisner) y se nos viene encima la hora de comer, por lo que paramos en un Subway a zamparnos unos bocatas que nos den fuerzas para seguir. Bajando por la 5ª, poco tardamos en llegar a una de las innumerables joyas arquitectónicas de la ciudad: el Flatiron. Desde allí damos un paseíllo al Madison Square Garden, con el fin de conseguir las entradas para el partido de los Knicks que se celebrará mañana. Allí conseguimos por $45 casi, casi las mismas entradas que la web de ticketmaster nos ofrecí por unos $75 entre pitos y flautas, y sin hacer nada de cola.

La idea era irnos a continuación al pier nº83 (para coger el barco del circle line) con el bus M34, pero justo llegamos cuando está pasando. Tras más de diez minutos esperando al siguiente, nos damos cuenta de que no vamos a llegar a tiempo, y como el personal anda ávido de (más) shopping, decidimos tomar el M6 para irnos a la zona de tiendas que hay en la intersección de Broadway con Houston St. Al llegar a Union Square decidimos bajarnos del bus porque vemos una gran zapatería que parece interesante, pero a mí no me llama mucho la atención, por lo que me voy con parte del grupo a pasear mientras el resto funde la VISA. El parque, aunque aún está peladete, como hoy hace buen día tiene una buena animación, con músicos callejeros, breakdancers, mimos... También hay un montón de ardillas, algo poco visto en el lugar del que procedo, por lo que nos hinchamos a hacerles fotos como si fuesen celebridades. Al otro lado se encuentra Barnes & Noble, mítica librería a la que no me puedo resistir entrar y dirigirme a la sección de autoayuda, donde mis amigos se parten de risa al verme representar las escenas del episodio “Cover Girl” de Sexo en Nueva York que allí se grabaron.

El paseíllo por Broadway sigue, entre tiendas, tiendas y más tiendas. Esperando fuera de una de ellas, mis pies empiezan a protestar, por lo que decido apoyarme sobre un moto que hay aparcada en la acera no sin cierto reparo... hasta que a mis espaldas oigo unas voces que más o menos dicen lo siguiente: “heyyouwillyougetyourassoutofmyscooternow?”, o lo que es lo mismo, “¡eh, tú! ¿quieres mover tu culo de mi moto de una vez?”. Cuando me giro rojo de vergüenza, me encuentro con una afroamericana, chula y divina como ella sola, meándose de risa al comprobar que he caído en la trampa. Hay que ver lo bromista que es la gente por aquí, a la par que amable. ¿Quién decía que los neoyorquinos son unos neuróticos bordes? Unos pasos más abajo encontramos un OMG, y siguiendo las recomendaciones de los foreros de losviajeros.com, decidimos entrar. ¡El paraíso! Hemos salido de allí cargados de camisetas de Calvin Klein y pantalones Levi's tirados de precio. Cerca de allí cae la tienda de Armani Exchange, donde hay ropa fashion a precios muy interesantes (allí caen unas zapatillas), y de allí cogemos el metro para volver a “casa”, que a parte de estar reventados, nos han cerrado ya todo. Cenamos en un diner típico que hay al lado del hotel, creo que se llamaba “The Red Flame”, donde nos ponemos las botas por menos de $20 cada uno. Y llegó la hora de irse a la cama, que mañana tenemos una cita temprano a la que no deberíamos llegar tarde....

Fotos:

http://picasaweb.google.es/thefunkyhousenet/NewYork2#

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